Cuántas veces nos planteamos, preguntamos o inlcuso meditamos si somos buenas madres, como ser mejores o incluso en como sería una buena madre?
La respuesta es simple, convirtiéndonos en innecesarias. Paradójico, no?
Pues, ha llegado la hora de reprimir el impulso natural materno de querer colocar el pichón debajo del ala, protegiéndolo de todos los errores, tristezas y peligros.
Es una ardua batalla, lo confieso.
Cuando empiezo a debilitarme en la lucha para controlar la Super Madre que llevo dentro, me acuerdo de la frase:
«LA BUENA MADRE ES AQUELLA QUE SE VA VOLVIENDO INNECESARIA»
La buena Madre es aquella que se va volviendo innecesaria con el paso del tiempo, que dió lo que tenía que dar a sus hijos; experiencias, situaciones, conversaciones pero por sobre todo AMOR, y amor por sí misma para poder proyectarlo a sus hijos.
Entonces, si realicé mi labor de madre correctamente, tengo que volverme innecesaria.
Y antes de que alguna madre me acuse de desamor, explico qué es lo que significa eso.
Ser «innecesaria» es no dejar que el amor incondicional de madre, que siempre existirá, provoque vicio y dependencia en los hijos, como si fuera una droga, a tal punto, de que ellos no sean capaces de poder ser autónomos, independientes y que tengan confianza en sí mismos.
Deben estar listos para trazar su rumbo, hacer sus elecciones, superar sus frustraciones y cometer sus propios errores, no los nuestros.
Con cada fase de la vida, una nueva pérdida es un nuevo logro; para las dos partes: madre e hijo.
Aunque hablamos de Madre, porque quizás somos las que generalmente, de manera casi inconsciente, intentamos tener más cerca a nuestros hijos, también es muy válido para el Padre.
El amor es un proceso de liberación permanente, y ese vínculo no deja de transformarse a lo largo de la vida.
Hasta el día en que los hijos se vuelven adultos, constituyen su propia familia y recomienzan el ciclo.
Lo que ellos necesitan es tener la seguridad de que estaremos con ellos, firmes, en el acuerdo o en la divergencia, en el triunfo o en el fracaso, prontas para el mimo, el abrazo apretado, y el consuelo en los momentos difíciles.
Nosotros los padres, solidariamente, criamos a nuestros hijos para que sean libres y no esclavos de nuestros propios miedos y frustraciones. De nuestras ilusiones o deseos.
Es ese el mayor desafío y la principal misión como padres.
Cuando aprendemos a ser «innecesarios», nos transformamos en un puerto seguro donde ellos puedan atracar.
A quien ames, dale…
- Alas para volar
- Raíces para volver
- Motivos para quedarse
Criemos hijos independientes y seguros de sí mismos para que vivan una vida plena, honrada y feliz.
«Cuando los padres comprenden lo que es Amar de Verdad, educan a sus hijos para aprender a volar»
Y tú, te has convertido en inncesario?
🙂
[expand title=»Fuente«]Adaptación del texto de Patricia García[/expand]
Muy bueno
GRACIAS GABRIELA!!
un abrazo!!
Excelente
gracias! Un abrazo