Cuando yo envejezca
Carta a mi dulce y valiente hija, inspiradora de emociones inexplicables y mi GRAN maestra.
Cuando yo envejezca
No voy pedirte que me tengas paciencia, ni que me atiendas como a una princesa.
Tampoco quiero que me cuides, ni mucho menos que cargues con mis asuntos no resueltos.
Cuando yo envejezca, quizás no me acuerde de ti, o tal vez tenga la mirada perdida como si estuviera en otro planeta; sabes que siempre me gustó viajar.
Antes de que eso suceda, quiero contarte que te espere con muchas ansias.
Cuando estabas dentro mio respiré aire para ti, me nutrí con los mejores alimentos para brindártelos a ti, también te dediqué mis pensamientos y hasta compartí cada una de mis células contigo.
Puse música alegre y bailamos juntas cada día.
Y cuando al fin diste tu primera bocanada de aire, saqué fuerzas de donde no tenía para abrigarte, cuidarte y contemplarte.
De mis pechos salió tu alimento que te nutrió todo el tiempo que necesitaste.
Por siempre llevarás en tu vientre el recuerdo de haber estado conectada físicamente a mí y desde adentro de mi vientre ya tenias todas las semillas que un día sembrarás para convertirte en Madre, como lo hice yo dentro mi madre y mi madre dentro de su madre.
Te cuento todo esto porque es como si te hubieran borrado la memoria, y hoy yo soy tu memoria que aún recuerda tu primer palabra, tu primer hazaña, la primera vez que anduviste en bicicleta o cuando escribiste tu primera oración.
Cuando envejezca, no quiero que hagas nada especial por mí, solo ámame profundamente.
Y recuerda lo que aprendimos juntas “las partículas que están entrelazadas, nunca pero nunca pueden separarse aunque estén a miles de años luz de distancia una de la otra, siempre estarán unidas”. Algo así como tus semillas dentro de mí y de mi madre siempre entrelazadas.
Mientras escribo esto en mi mente, duermes en mis brazos y te aferras a mi fuertemente como si oyeras la melodía de mis pensares.
Cuando yo envejezca, recuerda “que hice lo mejor que pude” y te di todo lo que tenia: mi luz y mi oscuridad pero te amé a cada segundo, te honré y agradecí el haberme elegido.
Y cuando mi cuerpo yazca sin vida, festeja que he vuelto al verdadero hogar, pon música y bailemos juntas.
Si alguna vez me necesitas, sabes que tan solo cerrando los ojos y respirando profundamente será suficiente para tenerme frente a ti al instante.
Conoces los secretos para volvernos a ver, simplemente ámame y nuestro amor será eterno.
Cuando yo envejezca y mi cuerpo finalmente se haya esfumado, ya sabes que no estoy allí, que no te llueva el corazón, que no te paralice la tristeza; solo sé feliz porque cumplí con mi aprendizaje y tú fuiste parte de él.
Te ama por siempre. Tú mama “electrón”.
Verónica Shaiq